Sergio

«Cuando finalice esta etapa, me gustaría que me recordaran como una persona sencilla que trabajó y dio todo por el Club en el tiempo que estuvo»

 

¿Cuáles son tus orígenes y cuál es tu arraigo con Benalmádena?

Mi familia materna y paterna es de Cádiz. Vinieron a vivir a Málaga cuando tenían unos 20 años, compraron un piso y empezaron desde cero. Un tiempo después también se trasladó a Málaga la familia de mi madre. La familia de mi padre sigue estando en Olvera. Nosotros íbamos y veníamos a Olvera. Muchos veranos los pasábamos allí.

¿Y dónde vivís ahora?

Tanto mis padres como yo vivimos en Benalmádena. Vivíamos en Vistafranca, cerca de la zona del barrio de La Luz. Ocurrió que en una feria se produjo una pelea multitudinaria en mitad de la calle. Yo tendría unos 18 años, y me pilló de lleno con mi balón de fútbol cuando iba a jugar. Mi madre vio todo asomada desde la ventana del séptimo piso. Llegaron varias motos y empezaron a tirarse de todo unos a otros. Yo eché a correr, en medio de botellas y palos que volaban sin que afortunadamente me alcanzase ninguna. Después de ese episodio, mi madre decidió que nos mudábamos a otra zona. Nos mudamos cerca del colegio Maravillas a un piso que una prima mía nos recomendó.

¿Te gusta Benalmádena entonces?

Sí, yo estoy aquí porque me gusta. Es un sitio costero, muy tranquilo, con mucho ambiente y zonas de ocio. La verdad es que se está bastante bien.

¿Cómo llegaste a esto del fútbol?

Yo llegué con unos 7 años. Mi hermano Carlos jugaba en El Conejito, y mi padre iba siempre a verlo, y yo iba con él. Mi padre me apuntó en el mismo equipo que mi hermano. Me enseñó el camino que tenía que hacer para llegar al campo, y me dijo que él no podía llevarme todos los días porque trabajaba. Había aproximadamente 1,5Km desde mi casa hasta el campo. Con esa edad, iba y venía a diario a los entrenamientos, siempre con mi mochila a la espalda.

Recuerdo que jugaba muy poco, uno o dos minutos en cada partido. Mi equipo no perdió ningún partido de liga. Empatamos sólo el último partido contra el Juventud de Torremolinos en El Pozuelo. En ese último partido no jugué ni un minuto, pero cuando ganamos la Liga, yo era el niño más feliz del mundo. Tengo grabado el recuerdo de estar cantando a gritos por una ventana “¡¡ campeones, campeones !!”

¿Y a partir de de ahí, cual fue tu trayectoria futbolística?

Desde prebenjamín a juvenil estuve en El Conejito. Luego estuve en el Alhaurino, después en el Fuengirola y luego llegué una temporada al equipo senior del Benamiel. A continuación, jugué en el Alhaurín de la Torre y al año siguiente firmé con el Lauro, donde conseguimos el ascenso. Luego me fui al Churriana y lo dejé porque con el trabajo me era muy complicado compaginar todo. Un año y medio después me llamó el entrenador del Estación de Cártama y allí estuve un tiempecillo.

¿Supongo que luego, el gusanillo te hizo empezar como entrenador?

Yo entrenaba ya de antes, desde juveniles. Con unos 16 años empecé entrenando al prebenjamín de El Conejito. Fuimos subcampeones ese año. Al año siguiente mi hermano Carlos y yo llevábamos simultáneamente tres equipos: el tercera cadete, el cadete preferente y el tercera juvenil.

Y aparte del fútbol, ¿qué otras cosas te gustan?

Me gustan todos los deportes y me gusta cocinar, que al final es mi profesión.

Porque tú vives de la cocina ¿no?

Así es. He sido Chef ejecutivo en Doña Francisquita y actualmente soy profesor de cocina y gastronomía en el instituto de Santa Rosa de Lima.

Entonces en tu casa imagino que se comerá bien. ¿Te encargas tú de cocinar?

Como dice el refrán: “En casa del herrero, cuchillo de palo”. En mi casa cocino poco. Cuando llegas a casa después de estar cocinando todo el día, lo que menos te apetece es cocinar. Es cierto que de vez en cuando me pongo, abro la nevera y con las cosas que hay preparo algo improvisado y suelo sorprender a mi mujer.

¿Cómo surgió la idea de venir como Director de Cantera al Benamiel?

Todo empieza con que mi hijo Sergio entra en el prebenjamín B del Benamiel. A Salva Burgos le faltaban entrenadores, y me ofrecí para ser ayudante de Iván en el equipo en el que jugaba mi hijo. Poco a poco me fui involucrando más en el Club y, a mitad de temporada, Elías me ofreció la posibilidad de llevar la dirección deportiva del Club. Inicialmente le dije que no, ya que creía que mi trabajo y mi vida personal no me iban a dejar tiempo para desempeñar ese cargo. Finalizada la temporada, Elías y yo nos volvemos a sentar a hablar y vuelve a surgir la idea de que sea yo la cabeza visible de todo el proyecto de cantera. Al final, acepto la propuesta, sobre todo porque es el club de mi pueblo y donde juega mi hijo, y me comprometí a dar todo el tiempo que tuviera a este Club.

Y dentro de tus responsabilidades, ¿cuál es la parte que más te gusta y la que menos?

La que más me gusta es disfrutar en el césped con los niños; entrenarles, que me saluden por la calle, ir con ellos a los partidos. Lo que menos me gusta, lógicamente son los problemas. Y los problemas, por regla general, los solemos generar los adultos. Pero, de todas formas, entra dentro de mi responsabilidad solucionar esos problemas del día a día y por supuesto que intento siempre afrontarlos de la mejor manera posible.

¿Qué retos te marcas a corto y medio plazo para el Club?

El reto principal es estructurar el Club. En el municipio hay muchos niños y, por historia, el Benamiel debe de intentar dar cabida al mayor número de jugadores posibles. Además de intentar ofrecer las mejores herramientas, con entrenadores titulados y la creación de nuevas áreas técnicas como la de psicología, nutrición o fisioterapia. Esta nueva estructura, mucho más profesional, unida a una apuesta firme y decidida por los valores, dará como resultado mejores futbolistas y, sobre todo, mejores personas. Por supuesto que no hay que perder de vista las categorías. Pero estoy convencido de que con el trabajo y la mejora del jugador, las categorías llegarán solas.

Cuando llegue el día en que se acabe tu etapa en el Benamiel, ¿Cómo te gustaría que te recordasen?

A mí me gustaría que me recordaran como una persona sencilla que trabajó y dio todo por el Club en el tiempo que estuvo.

A lo largo de toda tu vida futbolística, seguro que habrás tenido vivencias de todo tipo. Cuéntame alguna anécdota graciosa que recuerdes con especial cariño.

Soy bastante malo para estas cosas (risas), pero lo intento. Resulta que en el prebenjamín B, que yo llevaba el año pasado, preparé una acción de motivación que consistía en que todos los niños se sintieran importantes. Les compré a cada jugador un brazalete de capitán, y les expliqué lo que significaba ser capitán en un Club como el Benamiel. Todos saltaban al campo con su brazalete puesto para hacer su calentamiento, pero si un niño no cumplía alguno de los valores que significaba ser capitán, entonces se le retiraba el brazalete. Resulta que estaban todos calentando en la previa del partido del sábado, y pasó un jugador rival, y se quedó mirando a todo los niños de mi equipo y dijo: “ ¡¡ no veas, sois todos capitanes !!”, y un niño de mi equipo le respondió “Sí, somos todos capitanes porque representamos los valores del Benamiel, trabajamos en equipo y somos todos compañeros…”. Yo me quedé boquiabierto y orgulloso de cómo había calado el mensaje y de la respuesta espontánea que dio mi jugador.

¿Algo más que quieras decir antes de finalizar?

Añadir solo que los cambios no se llevan a cabo de un día para otro, las cosas llevan su tiempo: primero hay que sembrar, luego hay que dejar crecer lo que se ha sembrado y, por último, hay que recoger lo sembrado. Ahora mismo estamos en periodo de siembra y pronto podremos recoger lo frutos. Quizá yo no esté en el futuro cuando llegue la recogida, pero me quedaré con la satisfacción de que lo cosechado sea bueno. Es la mejor forma de saber que el trabajo realizado ha sido el correcto.